domingo, 28 de octubre de 2012

It´s evolution, baby

Recuerdo cuando mi ex me regaló el que sería mi primer celular, allá en el 2006. Como toda nueva tendencia cumplía su rol de ser completamente innecesaria exceptuando tal vez para aquellos que le daban un uso más comercial.

Más allá de apreciar el regalo de ella, con el tiempo me di cuenta que ese acto de pleitesía tenía motivos ulteriores, saber específicamente donde estaba en cualquier momento. Nunca me resultó importante hacerle saber a los demás donde estaba, pero ahora al parecer era algo vital. Como tantas cosas en nuestra vida, solemos agregar la mayor cantidad de adminiculos y los convertimos en vitales cuando no deberían de serlo.

El celular al igual que otro medio frío de comunicación nos genera una dependencia a no tener que decir las cosas en la cara y nos forja una falsa idea de seguridad, preferimos comunicarnos al otro sin tener que ser víctimas de reacciones reacias de manera directa.

Hace una semana atrás, una chica con la que pasaba buenos momentos, me preguntaba vía celular que tipo de relación teníamos. Al ver donde llevaba esto, le pregunté si no era mejor hablar esto en persona específicamente por 2 razones. Primero porque consideraba que la respuesta que le iba a dar no le iba a resultar agradable y quería darle un toque más humano; segundo porque me daba tremendamente paja tener que escribir tantos caracteres en el celular y al fin y al cabo nos veríamos eventualmente.

Lamentablemente y ante la insistencia de ella de que le de la respuesta, respondí con bastante molestia que éramos "solo amantes". Su réplica no tardó en llegar confiriéndome todo tipo de insultos sobre mi falta de compromiso a alguien que ni siquiera le dije un "te quiero" las 10 veces que la habré visto e inclusive siquiera pasamos una noche juntos. A esto sumado que no era la única mujer que veía y ella lo sabía claramente.

 Más allá de que sinceramente no tenía ganas de hacerlo, le dije por segunda vez de vernos y acabar con este entuerto pero ella se negó; decía que no quería sufrir una discusión que la dañaría más. Me aliviaba un poco ya que podía llegar a entender eso, no podría dejar de admitir que me sentí en el lugar de ella alguna vez y no es algo grato volver a ver a una persona que te hizo sentir mal. Además de que sinceramente no tenía ganas de estar de mal humor de nuevo, no sentía nada profundo por ella por lo que valiera la pena sufrir stress alguno. Finalmente apagué el celular y me fui a dormir, al otro día tenía una exorbitante cantidad de mensajes que pasaban del "te amo" al "te extraño" y finalmente a un "TE ODIO" en unas determinantes mayúsculas. Solo un celular te da la opción de ser tan volátil de manera tan poco comprometedora y en tan poco tiempo.

Cosas que pasan, calculo.


***

A mediados de los 90´s el concepto de emergentología de las prepagas tuvo un giro comercial bastante esperado. Tratando de superar el servicio público que solo brindaba una cobertura en el caso de un riesgo inminente de vida, la salud privada decidió que los médicos debían ir a los domicilios para atender cualquier síntoma que tenga el socio por más menor que sea.

Esto produjo ver situaciones irreales de ambulancias para atender una simple fiebre o una tos, algo que hasta el dìa de hoy me resulta indignante. Con este tipo de movida, la prepaga generó un mal acostumbramiento de la gente que a su vez produjo algo realmente nocivo para la gente que puede costearse este servicio. La demanda del servicio se quintuplicó y debido a ello las demoras se trastocaron para cualquier tipo de pedido. Hoy por hoy nos encontramos con que un código rojo que debe demorar menos de 15 minutos supera los 40, nos encontramos con que lo que mayormente  le indigna al asociado es que el médico tarde 6 horas para que llegue a su domicilio y le prescriba un jarabe para la tos.

La idea del bienestar individual supera la necesidad urgente del otro, las prepagas se ven cómodas con el hecho de ser responsables de que decenas de personas se mueran por día por un servicio claramente ineficiente y mal adecuado incumpliendo su función más básica. Al fin y al cabo, ellos solo quieren darle salud a quienes no lo necesitan, los realmente enfermos producen pérdidas.

Lo más triste es que mucha gente está contenta porque no tiene que levantar el culo e ir a una guardia. Mucha gente está contenta porque se queda tirada en la cama esperando a un médico mientras tenga que evitar colas en una clínica. Al igual que les sucede con el celular, la gente decide que tener el menor contacto con el resto de la población es una excelente idea y si se puede resolver su vida sin tener que salir de su propiedad, mucho mejor.

Porque en los tiempos que corren, alienarse es la solución de todos nuestros males al parecer, los avances que estamos sufriendo hoy son un factor clave en esto.

jueves, 11 de octubre de 2012

Feeding the soul

Es como estar 1000 metros bajo el agua, ver como se escapan las burbujas de tu boca y tratar de juntarlas con la mano desesperadamente para poder seguir respirando. O como cuando te cruzás con la famosa pared invisible, aquella que por más que golpees y puedas ver lo que hay del otro lado te resulta imposible llegar.

Eso es el bloqueo de escritor, eso es lo que sentí hace unos días mientras trataba de fulminar un capítulo de mi tan mentado proyecto. La frustración se tradujo en palabras que derivaban a adverbios y tiempos incompatibles, redundancias y hasta horrores gramaticales que me estaban sacando de quicio.

Decidí aprovechar el trámite de llevar la ropa sucia a la casa de mis viejos para poder volver a las raíces. Volver a reencontrarme con los libros que me forjaron alguna vez, mucho antes de ser cooptado por la tecnología y convertirme en una ameba llena de desidia frente a cualquier creación artística.
No era un disfrute pleno visitar a mi familia, de hecho si pudiera daría mi reino en formato monoambiente por un puto lavarropas, pero ni siquiera el inmueble es mío para dicho ofrecimiento.

Cruzar el largo pasillo de la casa que separa la entrada y mi ex-hogar me produjo un nudo en el estómago. Recuerdo que no hace mucho mi perro me venía a saludar cada vez que realizaba las esporádicas visitas familiares. Corría torpemente hacía mi y me olía para reconocerme, para después dar el visto bueno moviendo la cola frenéticamente. Hoy siquiera se da cuenta que estoy y aunque sorpresivamente me sigue reconociendo, su cuerpo no responde a sus ganas de recibirme, es evidente que ya no le queda mucho tiempo.

Por suerte y por el contrario, mi vieja estaba muy bien de salud. Una muestra de ello, paradójicamente a la felicidad que me produce su bienestar, son sus saludos cínicos donde suele compararme con el hijo del vecino ya que es un emprededor porque tiene su negocio propio. El detalle que siempre se olvida mencionar es que sus padres le compraron y le consiguieron todos los menesteres posibles para tener dicho emprendimiento.

Después de los saludos pertinentes y con la gracia no premeditada de que justamente no estaba mi viejo, me metí en lo que solía ser mi pieza para buscar los libros. Al entrar me encuentro con muebles que habían quedado abnegados a un improvisado galpón que tienen en la terraza. Por encima de una desvencijada mesa de luz encuentro al menos 5 libros. Recuerdo con nostalgia de ese grupo a "Simbad el Marino" que lo habré leído a los 8 años y por el otro teniendo prácticamente el doble de edad "El libro de la risa y el olvido" de Milan Kundera. Ambos fueron vitales para entender ciertos aspectos de mi vida, el primero mi relación con la religión, el segundo mi relación con la política y esa frases tan cargadas de sentimientos que amagaban a un paroxismo constante.

Lamentablemente eso no fue suficiente, me di cuenta que releer cualquier libro, sea Asimov, Shakespeare, Cortázar o Lovecraft, no me iba a ayudar a expandir los horizontes; iba a tener que comprar libros nuevos. El problema es que ya tenía 2 libros nuevos y ninguno me despertó la imaginación pero que otra opción me quedaba?

***

No existe un trabajo que no esté emparentado con el arte que no promulgue la monotonía. Tengas un título universitario desde abogado o de ingeniería de informática, nadie está exento de trabajar decenas de horas semanales cumpliendo a rajatabla una dieta repetitiva e insulsa laboral.

Se imaginarán que en el caso de aquellos trabajos que no se requiere especialización previa (aunque sigo creyendo que no todos tiene madera para esto) como el de emergencias el tedio es mucho mayor. Acá no ponés en práctica lo que te mataste estudiando, en este caso solo te limitás a repetir lo que te dicen; sin mucha expectativa al respecto. 

Por eso a veces me asusta ver gente tan grande haciendo este trabajo, por eso me asusta haber vuelto a esto como si fuera un laberinto sin salida; el seguro que mantiene mi emancipación de manera más que vital.

Mi mejor amigo, recibido de diseñador gráfico, me lo hizo entender hace unos días 

- Ellos se creen tus dueños y nunca llegué a hacer lo que quise en este lugar

Después de 6 años trabajando en ese lugar, mi amigo decidió retomar los estudios; le pareció que la carrera de psicología era lo ideal. Si uds lo conocieran tanto como yo creerían que es el peor chiste mejor contado de la historia. Pero le hace feliz y lo banco.


***
La entrada de los cines del Village Caballito es gigante. Ya de por sí quedarme esperando del lado de afuera del predio me resultaba incómodo porque estaba repleto de gente y como si fuera un agorafóbico en recuperación, solamente aguantaba el amontonamiento en los recitales.

Me fijo la hora en el celular y justo recibo un mensaje de ella que me decía "bancame media hora más, ya llego". Seguramente era una venganza de la cantidad de veces que yo había llegado tarde y me estaba pasando factura. Algo entendible tal vez si realmente fuéramos tan amigos o en su defecto algo más que una necesidad de saciar la lujuria de ambos.

Más allá de que odio esperar, la oportunidad de entrar a la librería del complejo me resultaba más que tentadora. La última vez que pasé por allí recuerdo haberle comprado a un compañero de trabajo un libro de autoayuda o algo así en favor de una medicación que supo regalarme y que era importante para mi ya que la neumonóloga me había indicado que la iba a tener que utilizar de por vida por haberme descuidado.

Siempre que entro a Cúspide recuerdo esas incontables horas de quedarme dando vueltas buscando libros o tomando algo en la cafetería mientras leía por arriba las biografías de personajes que me resultaban interesantes.

En este caso no había ni ganas ni tiempo que perder con eso, mi plan era comprarme 3 libros y ver de que manera alguno de ellos me podía generar esa apertura necesaria.

Me encuentro con un simpático libro en formato postal de Bukowski donde muestra su recorrido por el mundo. Estaba por llevarlo hasta que vi un libro aparejado en el fondo, única copia y visto desde un lugar que no resultaba atractivo para venderlo. Desconocía cual era el autor pero tanto el título como el género me atrapó. Para cargar un par de puntitos den la tarjeta también decidí llevarme "Las partículas elementales" de Michel Houellebecq. Ya había leído "Ampliación del campo de batalla" del mismo autor y me pareció una buena idea no perderme esta continuación discontinuada (valga la redundancia).

Cuando salgo del local, agarro el libro que me había atrapado en un principio y lo empiezo a devorar. Estaba tan ensimismado con el texto que no me di cuenta que nuevamente la hice esperar. Ella estaba pegada a la escalera mecánica que daba a las salas.  Sinceramente no recordaba que película íbamos a ver pero le ponía más expectativas a los avances, algo que últimamente en base al alicaído cine actual se convirtió en hábito.

Mientras nos sentamos en nuestras butacas amagué con sacar el libro pero ella me mordió la boca en señal de protesta. Calculo que podría esperar hasta mañana para empezar a leerlo.




***
En el trabajo nada cambió, el libro seguía siendo el centro de toda mi atención y hasta pedí a mis compañeros que me cubrieran en los llamados. No había necesidad de explicación, el libro simplemente estaba cumpliendo su cometido con creces. El aluvión de ideas caía mientras avanzaba página por página y sabía que antes de llegar a casa lo iba a terminar.

Una tormenta se desplazaba por la ciudad mientras me bajaba del colectivo. Sin sacarme el libro de encima pasaba por debajo de los toldos para poder afectar lo menos posible el encuadernado y las páginas. Pero no podía parar de leer, a esta altura las gotas que castigaban el papel no le quitaban legilibilidad al texto por lo cual no había una excusa clara para parar de leer.

Hasta que llegás a casa, te sacás la ropa mientras leés los últimos 4 párrafos y te emocionás. Te secás el cuerpo, te sentás en la pc y abrir uno de los tantísimos bloc de notas que conforman tu obra.

"Bienvenida.... imaginación"

martes, 2 de octubre de 2012

The false-true being theory

"Te dije un peso veinte! No uno veinticinco!"

Últimamente viajar en colectivo me convertía en partícipe de  una especie de proyecto de bioesfera de la clase media. La gente se apretuja adelante para no dejar subir a los demás, si hay un asiento solitario libre prefieren dejar el de acompañante para estar solos o inclusive piden bajar donde no le corresponde la parada. Todos actos en beneficio propio.

En este caso en particular, un imbécil estaba discutiendo con el chofer por un error técnico. El conductor había presionado erróneamente un monto mayor del que había solicitado el pasajero y esto produjo que su tarjeta sube tuviera 5 centavos menos de sus 40 y pico de pesos restantes.

Cómo sabía el monto de su tarjeta? El tipo decide armar un discurso frente a los pasajeros tan flaco de ideas como las protestas reinantes que éstos últimos días que tuvieron lugar en las calles más onerosas de la ciudad. En este discurso comenta con orgullo que es de clase media, lo que gana por mes y hasta cuanto dinero tenía encima. También refiere que está cansado de que le roben hasta 5 centavos el colectivero y afirma, con total seguridad, que esto es una maniobra del gobierno para que todos seamos pobres. Me sorprende el discurso, muchas veces en medio de un acto de ira mostramos inequívocamente nuestro verdadero ser, aquel que en muchos casos son funestos.

Un par de personas aplauden. Suelo ser bastante sinvergüenza con la gente pero la vergüenza ajena es algo que me cuesta horrores lidiar. Por eso desde el fondo, sentado, tironeo la capucha de mi buzo tapándome la cara como si eso me hiciera desaparecer del lugar.

Hay muchas cosas que criticarle a los colectiveros pero realmente un error de este tipo no ameritaba esa critica, mucho menos convertirlo en protagonista de un complot inexistente. Por suerte para el, curtido en este tipo de diatribas, le responde con cierta altura.

-Tomá, acá tenés 10 ctvs, quedate con el vuelto; creo que mis hijos van a poder comer igual.

Los pasajeros se molestan y lo tildan de maleducado, a mi me resulta un pequeño triunfo verbal de parte del chofer frente a un ignorante.

Durante el trayecto en el colectivo me quedo dormido, suele sorprenderme como hoy día no tengo problemas para dormir como si esa dificultad hubiera entrado en gracia con el resto de mis problemas y me dieran un impasse de descanso.

Pero todo lo positivo conlleva a tramos negativos en mayor o menor medida. En este caso nuevamente me pasé aproximadamente 20 cuadras de mi casa, al bajar estaba tan dormido que no sabía si eran las 6 de la mañana o las 8 de la noche, había nubarrones que jugaban con la medida  de percepción del día. Si a eso le sumamos que duermo cuando tengo tiempo y puedo ajustar mis ciclos de vida definitivamente me encontraba confundido.

Ya en el ascensor del departamento veía mi reflejo en el espejo y parecía que mis ojeras me delataban; los próximos 10 minutos iba a estar frito en el sillón-cama de mi monoambiente. "Antes me tengo que bañar" pensaba por dentro mientras trataba de encajar la llave en la cerradura. Solo pasaron 5 minutos de ese hecho para darme cuenta que estaba en la cama y me estaba despertando el ringtone del celular; probablemente me haya olvidado de cambiar por décima novena vez la alarma. La ducha? Bien gracias.

Cuando voy a apagar la alarma me doy cuenta que era una llamada... mi hermana.

Generalmente mi hermana llama por 2 cosas, una para pedirme algún favor que sabe de antemano se lo voy a dar; la otra es por que se peleó con mi vieja. Los favores son de respuesta rápida, generalmente antes de que termine la oración le digo "Si dale, no hay problema" con tal de que me deje ir a dormir, pero lamentablemente en este caso era la opción 2.

Me hinchaba demasiado las pelotas las peleas familiares, el hecho de emanciparme de mi familia en mi caso venía por razón de partida doble, zafar de esas constantes disputas me quemaban el cerebro. Sabía que esta llamada iba a durar al menos media hora más, por lo cual decidí ponerla en altavoz y dejar que hable hasta el hartazgo y aprovechar a pegarme esa adeudada ducha.

Mientras me bañaba escuchaba a mi hermana decir cosas que sabía que no sentía seriamente sobre mi vieja pero igual la escupía con total claridad, era el odio sin sentido que hablaba. Automáticamente me acordé del tipo del colectivo, aquel que en su momento de ira revela un pensamiento atroz que linda lo fascistoide. Sentía que mi hipótesis se desdoblaba por no decir que quedaba fútil, evidentemente la bronca puede tener al menos 2 facetas a la hora de decir cosas, no es como la borrachera; que según dicen, es el suero de la verdad en su versión alcoholizada.

Después de 15 minutos salgo de la ducha y levanto el teléfono, me sigue sorprendiendo como no espera durante todo ese tiempo al menos un "ahá" para saber que estoy del otro lado. La despido tranquilo a sabiendas de que en una semana van a volver a hablarse como si nada hubiese pasado.

No estoy terminando de cortar cuando veo un mensaje por whatssAp. "Nos vemos esta noche? Hago unaspizzas" Una "amiga" que probablemente si realmente lo fuera sabría que hoy mi itinerario fue un caos y no me molestaría, pero bueno, no quiero decirle que no una 3ra vez y al fin y al cabo que son 30 horas sin dormir?


**************************

Las festividades en el trabajo traen consigo guirnaldas, globos o adornos molestos del mismo tipo. La primavera no era una excepción, de hecho había que sumarle esas florcitas de papel maché que adornaban los box de cada empleado, una atrocidad.

En estos casos trato de evitar la mayor cantidad de gente, el turno tarde suele ser muy efusivo en estas ocasiones y sacar fotos. Por mi parte no me interesaba fraternizar con gente que solo veía 2 horas; al fin y al cabo yo soy del turno noche y mi deber de convivencia se los debía a ellos.

Igualmente claro, no deja de sorprenderme ver gente "disfrazada" por la ocasión mientras se abrazan como si fueran amigos de toda la vida. Personas que uno conoce y sabe que se odian deciden ser falsos y participar de fotos que seguramente terminarán en algún álbum del facebook titulado "Primavera con mis amigos del laburo" o alguna pelotudez así. La tranquilidad les daba el aire suficiente para formar parte de esa charada.

Por eso la teoría de la ira en este caso estoy seguro que se aplicaría, me preguntaba cuántos de ellos se cantarían sus verdades en una situación que implique un perjuicio por alguna disputa en particular. No habría palabras elocuentes de por medio ni buscar consenso, seguramente se putearían y evitarían hablarse nuevamente; al menos hasta que llegue la próxima festividad, claro.

Cuando me siento en mi lugar no puedo evitar escuchar la conversación por celular de una compañera con el que pareciera ser su novio, o tal vez ex. Los gritos daban esa pauta y parecía muy enojada. Lo distinto a lo que había experimentado con mi hermana era que los gritos no venían acompañados de frases dolientes sino cariñosas, como si decidiera buscar desesperadamente una solución.

A esta altura mi teoría tenía demasiadas aristas, el nivel de factor humano tenía realmente implicancia vital en la sinceridad de las personas; ser extremamente sincero no es potestad de la ira o de la calma.

Prendo la pc y decido revisar el mail personal antes de empezar a trabajar. Al parecer había recibido un correo de una editorial donde mandé 1 cuento. No esperaba una respuesta tan larga, deshojando las palabras presuntuosas había una frase que realmente me molestaba "Y el final donde está?". Al parecer para una editorial los cuentos no pueden tener final abierto, no sabía que se podía tener un concepto tan hollywoodense sobre una historia de pocos renglones.

Resoplo con cierto hartazgo y decido borrar el mail que seguramente responderé en unos días con el cuento reformado o con un simple "Gracias".

Justo debajo de ese mail había omitido otro. Era una "amiga" que me decía en pocas palabras si me iba a "animar" hacer lo que habíamos hablado la otra noche. Borro el mail y me paso la mano por la cara tratando de despegarme un poco el sueño.

Era otra noche más en el trabajo.

 
Seguir a @Twistmask