jueves, 21 de junio de 2012

That´s what she claims

Antes que nada disculpen la desaparición posteril (sic) pero tuve que ocuparme de algunos asuntos que me sobre-demandaban un esfuerzo mayor sumándolas a mis responsabilidades inmediatas. Esto produjo que el tiempo sea como un dictador restringiendo mis momentos de ocio que dedico alegremente a este blog.

Por otro lado gracias por los mensajes, el disfrute es mutuo.

El otro día yendo al laburo en pleno subte me crucé con un cuadro indignante. Lo que al principio parecía solo una discusión de pareja que aumentaba su ímpetu en tenor, terminó en que me involucre de una manera que no suelo hacer. En un principio desconocía el tono de la discusión, primero por estar en un subte en movimiento que producía obviamente un sonido fuerte, segundo porque tenía puesto estos auriculares  (que desde que me los compré me volví un adicto irrefrenable a los mismos) con música al mango. Distinguía que existía una discusión debido a las gesticulaciones de sus participantes que se destacaban por movimientos rápidos de manos en forma agresiva. Hasta el momento nada raro, hasta que se produce el golpe, una puñetazo a la mujer de manera bastante artera.

Me llamó la atención la reacción de ella, en vez de quedarse sorprendida por el impacto, se cubre por reflejo esperando más golpes; como si no fuera la primera vez que sucede. A partir de ese momento me saco los auriculares y miro a mi alrededor, la gente al parecer estaba cómoda con ser testigo del hecho ya que no se movía; pero no era mi caso. Decidí  meterme en medio de los 2 para evitar mayores agresiones. El pibe me mira a los ojos y me empieza a putear, yo solo giro la cabeza buscando una mirada cómplice con el guarda. Por suerte entendió y se acercó hacia nosotros induciendo a que el pibe saliera del subte. Cuando finalmente ésto sucede me siento al lado de la mujer, logramos convencerla que se quede y le pregunté como estaba. Su respuesta estaba enmarañada de llantos y mocos, entendía más los insultos a su novio que las razones de la disputa. Finalmente la acompaño silenciosamente durante todo el trayecto y me despido, tenía que entrar rápidamente al trabajo.

Dentro del ascensor del laburo me puse a pensar por milésima vez que le pasa por la cabeza a un flaco que decide golpear a una mujer. Impotencia de no estar a la altura de una relación? Frustración hereditaria? Sea lo que fuere la realidad nos refiere que la mujer siempre termina siendo la damnificada.

Porque si hablamos de golpes, décadas pasaron, siglos pasaron y la mujer recibe día a día diferentes tipos de agresiones. Físicas, psicológicas traducidas en menosprecios por un mundo con un progreso  estancado en la materia de la equidad. Sociedad la cual considera que un trabajo hecho por un hombre es más valioso que por una mujer (así lo diferencia en la paga), sociedad que convierte en objeto a personas por entretenimiento o por comodidad (pocos le gustan la réplica) alimentando una cultura de estereotipo de cascarón vacío; solo tienen que mostrarse y no objetar.

Porque nos podemos engañar y ampararnos ante la ley y decir que todos somos iguales, pero la cultura no entiende de leyes y está enquistada en nosotros como la consciencia del bruto, del ignorante que no le interesa cambiar porque al fin y al cabo el problema lo tiene ella y no uno.

Ya listo para trabajar me pongo a atender y uno de mis compañeros me pregunta con lista en mano "Vas a pedir algo che?". Le digo que esta vez me cociné (hace meses que estoy engañando a mi estómago de que tengo cierto conocimiento culinario y puedo ahorrarme un par de pesos) y prosigo con el trabajo. De repente me viene a la mente un llamado de hace varios años ya.

Un hombre llama diciendo que su mujer se "golpeó" cayéndose de la escalera. Le empiezo a hacer las preguntas de rutina pero había muchas inconsistencias en sus dichos lo cual me trajo problemas a la hora de elucubrar un síntoma claro. Pasó de ser una caída de una escalera a tropiezo y golpe sobre una mesa o golpe sobre el piso, todo muy confuso. Pido por la mujer que me atiende sollozando y mantiene las inconsistencias de su marido, era obvio que ambos estaban mintiendo, el primero para proteger su acto y la segunda.... también. Hago una pregunta que para mí es obligada (no tal vez para otros, por no interés o darse cuenta) "Su marido la golpeó señora?" Ella responde débilmente que no, el golpe en la cabeza evidentemente había existido ya que parecía sufrir síntomas de una contusión. Le ofrezco llamar a la policía y justo entonces el marido le saca el tubo a su mujer y manda la famosa frase para nuestro "oficio"... "Vas a mandar la ambulancia o no?". La ambulancia ya había sido despachada y le aclaré al sector que por favor vean la manera de enviar un móvil policial ya que era un claro caso de violencia doméstica. Al final de ese de día me entero que la mujer tuvo una tremenda contusión que le hizo perder el conocimiento 4  veces, recién ahí el animal del marido decidió llamar a la emergencia.

Recordar eso me hizo sentir como la mierda, me sentía como aquellas personas que atestiguaban aquella escena en el subte y no hacían nada. Más mierda me hizo sentir darme cuenta que más de una vez pude haber tenido éste tipo de llamado y jamás lo supe percibir.

Puteo al aire Uno de mis compañeros se ríe y me dice "Qué te pasa forro?". Le digo que nada, si les explico lo que me molesta probablemente no lo entiendan o hagan un chiste machista al respecto; no tenía sentido molestarlos con mi molestia.

Pero así y todo la mujeres siguen. Deciden irse a vivir solas más jóvenes que en otras épocas, deciden anotarse en carreras univeristarias que tienen supremacía masculina para apropiarse de ellas como metas propias. Dan por sentado los prejuicios que tienen sobre ellas y en algunos casos deciden usarlos como armas de legítima defensa. Corren con desventaja y lo saben, no es difícil entender que reclaman.

Termino mi primer jornada y salgo rajando al subte, tengo que llegar rápido a la segunda y olvidarme de dormir hasta la noche. Entro a la estación y agarro uno de esos diarios que reparten gratis cerca de la boletería. Entro al vagón y me tiro a un asiento como si mi cuerpo pesara una tonelada, empiezo a revisar las secciones del matutino y en policiales como nota principal informan la violación seguida de muerte de un hombre a su mujer. Al parecer ella ya había condonado un acto similar hace unas semanas después de que haya sido encarcelado.

Un día más en el planeta tierra. Me pongo los auriculares y Manic Street Preachers corea "I am the girl who wanted to be god".


Muy elocuente.




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