sábado, 26 de mayo de 2012

Palabras

Son tan simples y complejas a la vez. Las mezclamos y ponemos en un orden particular para convencer, enamorar, hacerse odiar, dejar una idea o tratar de convertirnos en ella; las palabras tienen una misión que la mayoría de las veces cumplen con su objetivo si sabemos respetar su estructura.

En mi trabajo aquellos que mandan lo saben, nos dejan por escrito que decir ante cualquier situación diga lo que diga el cliente para poder cubrir todas sus expectativas o al menos paliarlas. Aburrido, nunca me interesó respetar ninguna orden de ese tipo, considero que la disputas de palabras es lo único que hace que tenga un sentido (totalmente arbitrario) mi labor. Si yo respetara ese discurso prearmado consideraría que todos los que llaman son iguales y que la mínima y acotada respuesta que nos inducen a dar es suficiente. Error, la curiosidad de indagar hace que se busquen las soluciones más impensadas y menos esperadas en reacción. Ganar una discusión a veces es vital en la respuesta, usar la ironía es solo un condimento que hace más respirable el denso aire que tu labor te genera.

El problema más grande que tienen las palabras es que nunca estamos a la altura de las acciones que prometemos con ellas. Creo que hoy por hoy mi compromiso más grande es acortar esa brecha entre lo que digo y hago en consecuencia. Ojalá ustedes tengan una menor amplitud entre éstos 2 términos.

(Post nro. 51 y disfrutando mucho lo que escribo, espero sigan disfrutando leerlo.)


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